Emilio Pérez Macías

Para empezar la secretaria te pregunta mil cosas antes de darte cita, algunas muy personales que violan la privacidad medico paciente y que creo es innecesario dar con tanto detalle a alguien que no es el propio médico.

Don Emilio había empezado a tratarme telefónicamente este mismo mes por un resfriado con mucho dolor en el tórax y hasta el momento todo bien. La tercera vez que llamo, por una recaída bastante fuerte, me atiende por teléfono, con empatía cero, medio gritando durante toda la conversación, con muchísima prisa, interrumpiéndome constantemente, sin dejar que me explique, muy alterado y preguntándome todo el rato que qué quería de él y para que llamaba tanto. Pues quería básicamente tener una consulta con mi médico, comentarle como iba la evolución de la enfermedad sobre la que había empezado a tratarme usted, que para eso se ofrece como medico en la compañía que tengo contratada, tanto a los clientes que la tienen como opción alternativa a la seguridad social como a los que la tenemos de forma extraordinaria.

Elegí a este médico porque había sido el medico de mi familia durante toda la vida y el mío cuando era pequeña y vivía en el pueblo, le tenía mucha estima y respeto como profesional, pero ha sido el trato más vergonzoso y denigrante que he sufrido con un médico en toda mi vida. No pienso volver a pisar ni a llamar a esta consulta ni mucho menos la recomendaría a nadie.

Me comenta que en el convenio que tiene con ADESLAS solo tiene atención telefónica pero que no me puede seguir atendiendo de forma telefónica para esta cuestión, algo que había estado haciendo durante ese mes y motivo por el que precisamente lo llame a él, ya que era con quien había empezado a tratarme el resfriado y buscaba una continuidad con el tratamiento y el profesional.

Me recomienda ir a urgencias de la compañía a Jaén, o presencialmente a su consulta para pedir que me realicen pruebas que precisamente le cuento que me acababa de realizar y de las que llamaba para informarle sobre los resultados, pero que como no habían sido derivadas desde su consulta, según él, no tenían validez ni credibilidad.

Menospreció y prácticamente ni quiso escuchar la información del especialista al que acababa de ir ya que en su opinión un fisioterapeuta no es ni médico, ni alguien que sepa que me podía pasar (incluso refiriéndole que me había hecho una ecografía y me había auscultado) y la información que me había recomendado exponerle al médico (cuadro de infección pulmonar y desgarro muscular grado2) porque según él, no podía tener constancia de que eso fuese cierto.

Como además, no tengo las recetas con la propia compañía, decidió no seguir mandándome ningún tipo de medicación para ninguna de las dos cosas, dejándome en mitad del tratamiento y me dice que me vaya a por recetas a la seguridad social o a urgencias, que ellos son mis médicos y son los que tienen que mandármelas. Cabe decir que nunca he tenido problema con ningún médico o especialista por no tener en el convenio de ADESLAS incluidas las recetas.

Si quisiese ir a la seguridad social, no estaría pagando de forma extraordinaria una compañía privada, creo que la elección de médico es algo personal, de hecho, uno de los motivos por los que pago dicha compañía es por la rapidez a la hora de poder pedir consulta y ser atendida tanto por médicos como por especialistas.