Manantial de la Chorrera

El manantial de la Chorrera consiste en dos puntos en los que se capta agua, si bien actualmente uno de ellos está fuera de uso, que son conducidas a una caseta desde donde se lleva al mismo núcleo urbano, abastaciendo al depósito (N39.92481 W0.59679) donde se trata y mezcla con las aguas que provienen del otro nacimiento que abastece al pueblo, el de San Miguel.
Este manantial de la Chorrera no tiene que ver con el Salto de la Chorrera, situado muy cerca, aunque dicho salto da nombre al paraje y al manantial situado allí cerca. El Salto corresponde al barranco Hurón, y por él caen las aguas cuando sobran, y que van a parar a la Floresta y luego al río. En todo caso puede considerarse, pero no está comprobado, que las aguas de este manantial podrían tener que ver con filtraciones de los caudales que circulan por la cuenca hídrica del barranco, así como de la acequia de Magallán.
Las aguas del manantial se almacenan en el depósito conocido como de la Teja, por estar situado en las inmedaciones de la fuente de la Teja. Las aguas que salen de esta fuente pertenecen a la red de aguas potables del pueblo, y no están directamente vinculadas al manantial de la Chorrera, aunque puede ser que históricamente si fuesen aguas directas de este manantial, hecho que no hemos podido constatar con certeza.
En la carretera puede observase los dos pasos cerrados del sifón que la atraviesa y que conduce las aguas del manantial al depósito.
Una placa situada en el mismo deposito dice: “El agua potable se instaló en Viver en el año 1930, siendo alcalde Don José Miralles”.
En el libro de “Observaciones del Reyno de Valencia” de A. J. Cavanilles (1795), encontramos la siguiente referencia, que creemos se refiere por la distancia y posición indicada a este
manantial: “Son deliciosas las de la fuente llamada del Pueblo, del qual dista como un quarto de legua hacia el norte, y de ellas beben los vecinos”.
La conducción de aguas hacia el pueblo es evidentemente muy antigua, no solo por las referencias de los textos, sino también porque en los sucesivos arreglos se han encontrado
conducciones de cerámica, y también un “caño” hecho sobre piedra tosca con algún rebozado de mortero para evitar filtraciones. El punto antiguo por donde afloraba el agua era un trozo de un ruejo reconvertido para canalizar el agua debidamente.