Ayuntamiento de Bédar

Beautiful small Spanish village in moresque style.

Very helpful as usual

Pueblo precioso de montaña pero con unas vistas al mar que encanta me gustaría volver a verlo y pasar algún día más aconsejo visitarlo y sus gentes encantadoras

Me han atendido muy rápido y muy amables

Hice la carrera de 9 km de Bédar y me encantó

Un 10

Casas rurales en Almería

Es uno de esos pueblos que parece que sólo existen en las postales o en los decorados cinematográficos. Apenas censa unos 500 habitantes, que tienen la inmensa suerte de poder vivir en un oasis de paz y tranquilidad, conservando como pocos ese genuino sabor morisco de sus orígenes. Pasear por sus calles, muy pendientes, con continuos zigzagueos en su trazado, irregulares y estrechas, delimitadas por casas de planta baja pulcramente encaladas y con tejados de tejas, es un placer más propio de la época en que los musulmanes eran los dueños de estas tierras, que de este siglo XX.

La principal ocupación de los bedarenses es, cómo no, la agricultura. Su vega tiene la tradicional disposición morisca: una serie de terrazas escalonadas alrededor d4e fuentes y balsas y un sistema de riego tradicional. Los más viejos del lugar aún narran leyendas de origen morisco, centradas fundamentalmente en el Castillico de los Moros, en la Balsa Alta.

Tras la Reconquista, Bédar quedó despoblada y fue necesario traer gentes de pueblos vecinos. Hasta que en el siglo XIX se descubrieron minas de plomo y galena, lo que supuso un importante avance poblacional y económico para el pueblo. Llegó incluso a inaugurarse una estación de vía estrecha, que transportaba el mineral hasta Garrucha, donde se embarcaba.

La crisis del sector minero en los años treinta hizo que debieran abandonarse las explotaciones mineras y los habitantes del pueblo debieran refugiarse en su ocupación tradicional: la agricultura. Pero actualmente, atraídos por el inconfundible sabor morisco de sus calles y paisajes y por la paz y tranquilidad que se respira en sus tierras, Bédar conoce un cierto despertar del turismo, aunque sólo sea de fin de semana. Y es que una comida en alguno de los restaurantes que puedes encontrar a la entrada y un buen paseo por sus asimétricas e irregulares callejuelas, son un auténtico relax para el cuerpo y para el espíritu. Y hablando de espíritus, cuidado con el de los antiguos pobladores moriscos: te pueden aparecer en cualquier rincón del pueblo.

El pueblo es encantador