El Chico del Aquilino

Este bar de pueblo regentado por Juan Carlos es un sitio acogedor con buenas raciones ( abundantes). Nos ha tratado de maravilla. Recomendable totalmente.

Pedimos una de bravas ( un plato bastante grande) y Oreja a la plancha, buenísimo, + 2 Cocacolas 20 euros

Bar ubicado al lado de la Estación de tren de Baides. Buen ambiente. Raciones económicas y ricas y un tinto de verano riquísimo

En un rincón de la pintoresca plaza de la Estación de Baides encontramos este restaurante "El Chico del Aquilino" inspirado en la célebre y celebrada tradición del cabrito asado.
Teníamos más hambre que el perro de un volatinero cuando nos decidimos a entrar (sin reserva previa). Nos recibe el dueño, Juan Carlos, con una carta variada, cantada como es preceptivo y que, sin renunciar a la esencia del sitio, permite al visitante encontrar acomodo en sus preferencias culinarias, pecuniarias y dietarías, con alternativas que se mueven entre la ensalada de la huerta, el bacalao con tomate, el cabrito y los famosos torreznos de la casa.
Con prestancia nos ponen un bacalao más fresco que el iceberg que hundió el Titanic y con un tomate casero de alguna huerta próxima *sin duda. Qué podemos decir... de ahí solo puede salir algo entre lo bueno y lo excelente.
La carne requiere de tres preceptos en su concepción y elaboración: calidad en la materia prima, paciencia en su preparación y un cocinero con talento y buen hacer que sepa dar el punto justo...y lo encontramos aquí,; regado con un generoso vino "Rio Negro" que hace sitio a los mejores tempranillos de estas latitudes.
El servicio es atento y esmerado, profesional en el mejor sentido de la palabra, te sientes atendido, bien atendido y nunca atosigado; naturalidad, simpatía y respeto.
La inolvidable experiencia la acabo con mi MasterCard sin resentirse un ápice, hemos comido como reyes, resuelto problemas, hablado de lo divino y de lo humano. Solo nos queda recomendar efusivamente este sitio con la seguridad de que van a quedar tan felices y encantados como nosotros.

Me ha encantado todo, el bar muy acogedor y tranquilo y el dueño muy majo

Estupendo sitio para tomar unas cervezas y comer o cenar algo y Juan Carlos un encanto, nos trató de lujo!! Un placer Juan Carlos, esperamos volver pronto. Un abrazo.

Que sorpresa tan grande y grata encontrar este lugar. Comimos de maravilla. Las berenjenas y la oreja son un manjar. Estuvimos muy agusto.

Nos atendieron estupendamente - y fuera de hora, además - y aunque no les quedaban torreznos, comimos unas bravas y una oreja riquísimas. Calidad precio fantástica.

Pequeño lugar, tranquilo y amable

¡¡Sitio genial!! El trato con el dueño es fabuloso, muy atento y cercano, las raciones muy generosas y la relación calidad precio magnífica, sin duda el lugar de referencia para comer en Baides 👍

Era un día ideal para acercarse a Jadraque , comerse un cabrito y visitar esta bonita ciudad y su entorno; pero antes decidimos recorrer algunos pueblos de la sierra norte a través de su conocida “ruta de la lana”. Nos perdimos. El conductor, hombre poco ducho en conducir por carreteras rurales, desconocedor de la utilización del GPS, nos acabó metiendo en caminos de tierra sin salida, pastos para ganado y caseríos deshabitados, incluso nos persiguió un lugareño (grande como un roble, barba poblada y hacha enorme en mano) creyendo que entrabamos a robar en una de ellas. ¡Una odisea rural!. En vista de la hora que era y, del hambre que teníamos, decidimos no continuar hasta Jadraque, quedarnos a comer en el primer restaurante/bar que vislumbráramos y, regresar pronto a Madrid. Entramos en un pequeño y precioso pueblo llamado Baides (este le teníamos previsto en la ruta inicial…..algo es algo), donde nos recibieron un tumultuoso grupo de ocas camino del rio, formando estas junto con su entorno una preciosa estampa otoñal, que podríamos definir como bucólico/pastoril.
Un lugareño nos indicó donde podíamos comer, un bar llamado: El chico del Aquilino, enfrente de la estación, pasado el museo del ferrocarril al aire libre (imprescindible de visitar).Nos recibió su dueño, Juan Carlos, con una calurosa bienvenida, escuchando con paciencia nuestras tribulaciones, mientras trasegábamos sus ¡fantásticos torreznos! (de obligatoria degustación) de aperitivo. Nos habilito un hueco en una de sus pequeñas pero acogedores salas (el sitio estaba lleno) junto a un numeroso grupo de personas vocingleras y bulliciosas (el único punto negro del local, pero ajeno a su culpa) venidas en grupo desde la capital.
Pedimos cabrito al horno con papas y ensalada, pero mientras terminaba este de hacerse, nos obsequió con un exquisito bacalao con tomate, digno de haber sido acompañado con un huevo frito de gallina autóctona (como dijo una de mis acompañantes), cosa a la que se ofreció JC, pero declinamos su oferta, ya que advertimos la carga de trabajo que soportaba.
Nos sirvió el cabrito en una gran bandeja de barro, con abundantes tajadas, desde la que nos servimos de manera individual, los trozos que nos parecieron oportunos. El sentido de la vista ya me advirtió: ¡ojo, ese asado tiene muy buena pinta!, pero fue el del gusto el que dio su veredicto final : ¡Enriquito, majo, este es el mejor cabrito que te has comido en tu puñetera vida!. Estaba excelente, en su punto, desgrasado y abundante…..¡un festín para los sentidos!.
Regamos estas copiosas y nutritivas viandas, con vino “Finca Rio Negro cosecha de 1996” y Mahou doble lúpulo. Como remate a tan pantagruélico banquete, nos obsequiaron como postre con un excepcional tiramisú con auténtica crema mascarpone (esta golosina es algo excepcional y puntual en su carta habitual, un antiguo amigo transalpino, cocinero/repostero que le visita estos días realizo unas pocas raciones….le hemos suplicado que abra restaurante en Madrid) no esa crema de queso para untar a la que nos tienen acostumbrados muchos supuestos restaurantes italianos.
En resumen, una sencilla carta con productos de la tierra, servida y cocinada con cariño, afabilidad y presteza.
¡Volveremos Juan Carlos, un abrazo!

Buen sitio para tomar unas cañas y tapear. Si te quedas a comer mejor, buenas raciones. El trato genial, Juan Carlos es muy majo. Volveré¡¡

Lugar increíble, que paz, que gusto y que todo.
Hay que visitar el pueblo y comer en esta terracita

Buen sitio para tomar un cafe, una caña o una copa. Raciones buenas y abundantes a buen precio. Trato familiar y muy amable en un pueblo que merece visita.

Me encanta , el típico bar de pueblo donde cuando entras todo el mundo te mira porque eres forastero , pero cuando te has tomado tu cerveza y te vas todos te saludan amablemente
Los torreznos de lujo

Lugar agradable, en frente de la estación Renfe de Baides, con terraza. Buen servicio y variedad de productos. Ideal para tomar tapas y comer o cenar. Precio asequible. Tiene Wifi gratuito

Cerveza bien tirada. Muy buen ambiente. Dueño encantador. Raciones a precio asequible. Muy buen sitio para tomar una cerveza y unas raciones.

Una parada obligada si vas a Baides ya sea en bici o andando. El dueño es amable, las raciones copiosas y el precio ajustado.

Recomendado.

Dueños muy simpáticos. Un lugar donde tomar un café, una caña, una copa o unas tapas y raciones para comer o cenar a buen precio. Lo recomiendo!

Lugar familiar con cocina tradicional y trato excepcional, recomendable para todo el que pase por este precioso pueblo de la Mancha