Iglesia de Santa María de Tina

Lovely dilapidated tenth century monastery close to the Asturian coastline near Pimiango. Takes an hour to reach through dense woodlands, but a great hike.

Fuimos a visitar la cueva de El Pindal, que es maravillosa, pero como entran máximo 10 personas en cada turno y éramos el doble pues aprovechamos para visitar las ruinas del monasterio y la ermita de Santu Medé. Lugar mágico . Recomendable ir un día soleado, pues es una zona muy húmeda.

Aunque para llegar al lugar tendrás que caminar unos 20 minutos, cuando llegas te das cuenta enseguida de lo mágico y espiritual del sitio. Es un enclabe hermoso y rodeado de un verde espectacular. Merece la pena el paseo.

Partiendo desde Pimiango se coge el sendero hacia la ermita de San Emeterio y una vez allí si se continúa por el camino un corto paseo nos lleva hacia las ruinas del monasterio de Santa María de Tina.
El paseo es cómodo, un poco ascendente, cruzando un bosque de encinas.
Al final, encontramos las ruinas de la iglesia, en el camino unos carteles explicativos nos dan toda la información sobre el lugar.
Ya no quedan más que las paredes, la laja partida en dos de una lápida y una pequeña hoquedad donde la gente sigue dejando sus mensajes dando las gracias o haciendo sus peticiones.
El lugar es un enclave de paz y sosiego.

Es un paseo pero no es apto para carritos ni personas con movilidad reducida. La Iglesia en si es muy bonita una pena que no lo tengan mejor conservado. Si vas a ir recomiendo también pedir cita para ir a la cueva que tiene pinturas rupestres está muy muy cerca (no hay que mover el coche) para la iglesia es entrada libre

Un lugar que vale la pena por el camino agradable y unos acantilados con unas vistas espectaculares! Naturaleza, camino bien mantenido y un mar de un azul increíble. Muy recomendado!

Una construcción increíble que todavía mantiene todos sus pórticos en pie un lugar que transmite una paz armonía impresionante dentro de un bosque lleno de encinas las rutas bastante corta y se puede llegar bien desde cualquier lado

Rodeada de un frondoso bosque de encinas y eucaliptos, y a escasos metros de impresionantes acantilados acompañando la costa del mar cantábrico, nos encontramos con las ruinas de la Iglesia de Santa Maria de Tina. Corresponden a un templo cisterciense del siglo XIII. Poco queda de aquel lugar, aunque por su encanto, sin duda merece la pena visitar. Existen varias rutas y senderos a su alrededor, para aquellos que les guste caminar. Para llegar a ella, existe un camino desde el pequeño aparcamiento de alrededor de un kilómetro de pendientes algo pronunciadas, pero con calma no es un problema en ningún caso. Recomendable.

Un lugar precioso para pasear. Se respira paz en el ambiente. La ruta es apta para niños pero si que recomiendo un buen calzado sobre todo si ha llovido. El parking es pequeño pero no está muy concurrido. Disfrutad del entorno!

Caminando un ratito por un sendero pavimentado desde el centro de interpretación de encuentran los restos de este misterioso monasterio. La ubicación es espectacular y ya solo por eso merece la pena visitarlo. Por lo visto es tradición dejar una nota con deseos en un pequeño recoveco dentro de lo que queda de la capilla.

IGLESIA DE SANTA MARÍA DE TINA Y DEPENDENCIAS ANEXAS..

Lo que hoy se conserva son las espléndidas
ruinas románicas y barrocas de una pequeña iglesia rural, situada en una zona apartada y despoblada, rodeada de bosque de
encina y plantación de eucalipto y al lado
de los acantilados.

Las partes del edificio que se han mantenido en pie son el ábside, los muros de la
nave y la fachada occidental, además de los
restos de una dependencia añadida al lado
norte. Cerca de este conjunto, algo separados de él y emboscados en el encinar, hay también algunos muros ruinosos de otras edificaciones de origen y uso campesino. Si bien existe una mención documental del siglo X, la iglesia es una construcción de traza románica, posiblemente del siglo XIII, sobre la que se realizaron distintas remodelaciones históricas que fueron modificando la obra, cicatrices en parte visibles en los muros actuales pero de las que no se conoce referencia documental alguna.

A la fábrica románica pertenece íntegra
mente el ábside, formado por tres pequeñas capillas semicirculares con pavimento
empedrado y abovedadas, siendo la central
más ancha y alta que las laterales y comunicándose con cada una de ellas mediante vanos en arco de medio ambos muros laterales.

Las tres capillas se abren a una nave única
de dos tramos, separados por un arco le
vantado en una intervención posterior, posiblemente barroca. Este se desplomó a finales de los años 90 del siglo pasado,
siendo nuevamente reconstruido en las
obras de consolidación del edificio que se
llevaron a cabo entre 2005 y 2006.

La nave está completamente desprovista de cubierta y, al contrario que el ábside, su piso es el propio terreno, en el que se documentaron una veintena de enterramientos en las excavaciones
arqueológicas llevadas a cabo en 1985 y 1986.

De esa necrópolis se han conservado dos sarcó fagos de piedra y sus laudas sepulcrales, una con decoración geométrica y vegetal, conservada en el Museo Arqueológico de Asturias y cuya réplica está expuesta en el Centro de Interpretación
de San Emeterio, y otra, sin decoración, que se mantiene in situ y que ha sido fracturada en los últimos años.

La fachada, rematada con espadaña, es, al igual que el resto del edificio, de mampostería, con sillares en las esquinas.

La puerta de acceso presenta al exterior un arco apuntado y por encima de él sobresalen tres ménsulas sostener un pequeño pórtico.
que servirían para una dependencia de planta rectangular con puerta de acceso adintelada se adosa a toda la pared norte y a la esquina noroccidental de la iglesia; y en el lado suroccidental de la fachada se
construyó, ya en época contemporánea, un
horno de pan.

Procedente de Tina, se conserva en la iglesia de Pimiango una imagen románica de la Virgen con el Niño el brazos, en madera policromada.

*Texto: María González-Pumariega Solís

PATRIMONIO
CULTURAL
RIBADEDEVA

Espectaculares ruinas a las que se accede después de un agradable paseo de 10 minutos desde el centro de interpretación San Emeterio (cuevas de El Pindal). Hay alguna pendiente pero las ruinas merecen la pena en un entorno natural y místico. Es un placer pasear por estos bosques y encontrar joyas como estas.

Un paseo muy chulo hasta llegar allí, unos acantilados pegados al mar bastante impresionantes
Historia

Después de una fuerte bajada y oculto entre la maleza, encuentras estas ruinas en un peculiar estado de conservación.

Un enclave idílico y la iglesia, aunque está prácticamente sin techo merece una visita, por su historia.

Bonito lugar para hacer una pequeña ruta y disfrutar de buenas vistas!✌🏼

Bonita ruira en un paraje increíble. Para llegar allí mejor calzado deportivo, cuenta con una pequeña y empinada subida pero está muy cuidado el camino hasta con barandilla

Ruinas, el paseo merece la pena, ideal para niños y abierto 24H, entorno bien cuidado y bien señalizado.

Vale la pena llegar asta allí solo por disfrutar el camino que te lleva desde el parking. Hay una cuesta bastante pronunciada y un buen tramo de escaleras, evitad llevar carros de bebe

Lugar mágico. Iglesia del siglo XIII en mitad de la naturaleza. Hay unos 15 minutos de bajada y subida para volver. Merece la pena